Todos vivimos bajo el mismo cielo...pero no todos tenemos los mismos horizontes - Konrad Adenauer

La libertad no hace feliz al hombre: le hace, sencillamente, hombre. - Manuel Azaña

viernes, 20 de mayo de 2011

INDIGNADOS

La sociedad española se encuentra en uno de los momentos más esperanzadores de su historia. Y es que los malos momentos nos inducen a grandes cambios. Impulsado por las generaciones más jóvenes, aquellas a las que se criticaban por su pasividad y aunque realmente es cierto que se ha actuado tarde, más vale tarde que nunca.

Se habla que son las organizaciones de izquierdas quienes han impulsado el movimiento. Sí, es cierto, la izquierda es quien ha iniciado esta rebelión, pero también es quien siempre empieza los cambios sociales mientras la derecha queda bajo un sentimiento de pasotismo que me indigna brutalmente.

Vivimos de un sistema que hemos agotado nosotros mismos y ya no da más de sí. Tuvimos nuestros grandes momentos en la historia hace ya muchos siglos, pero la mediocridad nos está consumiendo. Yo no comparto muchas de las propuestas que se realizan desde las plataformas de #democraciarealya y el movimiento #15M. Pero en lo que sí creo ardientemente es que en uno de los momentos más duros de la historia de nuestro país, cuando nos encontramos al borde de una default económico, debemos sentirnos todos unidos, para hacer un pueblo fuerte.

Contrariamente a lo que se critica en estas protestas, yo sí creo en el sistema capitalista como impulsor de una sociedad de prosperidad. No hay que alarmarse ante estas afirmaciones. El sistema capitalista bien entendido es el que nos hace buscar soluciones para crecer individualmente y consecuentemente en sociedad. Nos abre la mente a nuevas posibilidades, a nuevas formas de negocio. El estado no tiene que implicarse en la política económica del país, simplemente disminuir el déficit y bajar las tasas de impuestos bastan para que los ciudadanos vean factible y rentable la creación de nuevas formas de ganarse la vida (en definitiva crear nuevas empresas) que generan empleo y bienestar. Esta es la verdadera sociedad de bienestar a la que debemos llegar. El gran problema de los estados es que cuando estos alcanzan un nivel considerable de bienestar entran en un gran letargo que los adormila y los acaba destruyéndo. Los gobiernos empiezan a derrochar dinero público para dar a conocer lo bien que lo hacen y lo bien que se vive bajo su manto protector. Durante un tiempo este aumento del gasto se realiza sin problemas, pero las arcas de los estados empiezan a menguar y llega el momento de subir los impuestos para seguir manteniendo este nivel de derroche público. Después llega la venta de deuda pública, algo que durante un tiempo sale barato porque se goza de una buena imagen, pero poco a poco se va agotando esa credibilidad. En España ya hemos acabado con todas estas etapas, hemos pasado de ser un país mediocre que gozaba de cierta credibilidad en los mercados extranjeros, a que nadie de un duro por nosotros. Nadie cree que nuestro sistema pueda continuar funcionando. Estamos pagando mucho dinero por nuestra deuda, pero al mismo tiempo nuestros mandatarios siguen con su empeñada actitud derrochadora. Nuestro país está al borde de una quiebra inminente, debemos cambiar la actitud, dejar de creer que podemos conseguir algo si no luchamos por ello. El pueblo debe pedir un cambio de actitud en nuestros gobernantes.

Nuestro país para recuperarse debe sufrir unos cambios radicales en materia económica que pueden ser molestos para mucha gente, pero esta es la herencia que les hemos dejado a los jóvenes. Llevamos muchas décadas gastando un dinero que no teníamos. Hemos acabado con el sistema de pensiones actual. Debemos hacer cambios hoy para tener un futuro digno mañana. Iniciar el sistema de capitalización individual de las pensiones, un sistema que ya se utiliza en Latinoamérica y que está empezando a implantarse en Europa, que nos asegura el cobro total de nuestras cotizaciones (comparativa con el sistema actual). Debemos liberar el mercado para que aumenten el número de emprendedores y trabajadores por cuenta ajena, para que los comercios sean rentables y puedan permitirse aumentar el número de trabajadores. Abaratar el despido para que los empresarios no tengan miedo de realizar nuevos contratos. Privatizar las empresas públicas para que se vean obligadas a mejorar su competitividad y reducir déficit. Dejar de pagar los rescates financieros y permitir la autorregulación del mercado. Renovar el sistema electoral, sin favorecer a grupo regionalistas, ni al bipartidismo. Dar a conocer las cuentas públicas para que todo el mundo tenga acceso a ellas y eliminar el bochornoso espectáculo de nuestra casta política.

En definitiva debemos volver a un sistema de honradez basado en el capital y la meritocracia, y dejar a un lado este sistema de gorrones con máscara de políticos. Es por lo que pido a la sociedad española que se una a esta expresión de rebelión para que deje de asociarse a grupos individuales y se unifique a toda nuestra nación bajo un lema común.

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